sábado, 4 de diciembre de 2010

Capitulo 2

Giselle estaba nerviosa. No había conocido a ningún humano en todo el tiempo que ella llevaba viviendo. Simplemente se había limitado a mantenerse alejada de los hombres y adolescentes llenos de lujuria que se encontraban en “aquel” lugar. No le fue nada fácil, pero tras vivir 16 años de tu vida en un lugar así, conoció bastantes escondites.

Sin embargo, el tal Gabe parecía amable... Es como si no quisiera hacerla daño. Aunque se le notaba preocupado. ¿Por qué? No lo sabía. Pero su curiosidad la carcomía por dentro, así que se armó de valor y le preguntó:

- ¿Qué te pasa? ¿Por qué estás tan serio?- él la miró con sorpresa. No se imaginaba que una muchacha humana le preguntara por su vida personal. De hecho, creía que solo querría comer y largarse de nuevo.

- Estoy buscando a alguien. Pero aún no la he encontrado.- hizo un mohín, y su entrecejo se frunció.

- ¿Y ese alguien es tu novia?- indagó ella, a sabiendas que el chico podría mandarla bien lejos. Pero, por el contrario, Gabe rió.

- No.- contestó entre risas.- No es mi novia... Ni siquiera la conozco.

- ¿Entonces por qué la buscas?- sus ojos azules se posaron en los de él, dejándolo sin aliento por unos instantes. No sabía qué responder. ¿Qué iba a decirla, pues? ¿Que buscaba a una muchacha que no conocía, pero le habían obligado a hacerlo, si quería conservar sus alas? No, definitivamente no.

Gabe se salvó de responder cuando ambos se toparon con la puerta de su casa, la casa en la que ahora vivía. Los ojos de Giselle brillaron de alegría.

- ¿Esta es tu casa? ¡Es increíble!- comentó, castañeando los dientes de frío. No se había dado cuenta que había anochecido hace un par de minutos. Gabe se percató de eso.

- Entra. Te buscaré algo de ropa para que te cambies y estés más cómoda.- dijo él, ganándose una sincera y hermosa sonrisa de Giselle.

Entraron a la gran casa. Gabe condujo a Giselle hasta su cuarto. Mientras ella miraba por la ventana, dándole la espalda, él buscaba alguna camiseta y pantalón que pudiera valerla. Era de estatura media, pero estaba bastante delgada, como si no hubiera comido en días, por lo que la ropa que tenía la estaría grande. Finalmente, encontró un suéter de algodón que era posible que la cubriera hasta las rodillas. Se lo tendió y ella, tímida, esperó a que Gabe se diera la vuelta para poder cambiarse.

Él lo hizo, pero, sin querer, creyendo que ya había terminado- pues tardaba demasiado- se giró y vio su espalda, con alguna que otra cicatriz. Pero eso no fue lo que más le llamó la atención hasta casi caerse de espaldas. Unas alas tatuadas en su omoplato izquierdo... Aquel símbolo. No podía... Era ella.

- ¿Dónde te has hecho ese tatuaje?- preguntó con un tono más áspero del que pretendía. Ella se giró rápidamente con el suéter puesto. Le miró confundida, y evitando contestarle.

- No sé de qué tatuaje me hablas.- respondió ella, bajando la mirada. Él se acercó unos pasos hasta quedar a centímetros de ella. La tomó del mentón y le hizo posar sus ojos azules en los de él.

- Hablo del par de alas que tienes en tu espalda. De eso hablo.- replicó él en voz queda, como si pudiera haber alguien más en la habitación que Gabe no quería que se enterase de la conversación.

- No tengo por qué contestarte a eso. Eres un desconocido.- musitó ella, jugando con los puños del suéter que la quedaba grande, y retorciéndolos.

- ¡¿Dónde te lo has hecho?!- exclamó él, asustándola y obligándola a decir inmediatamente la verdad.

- No lo sé.- lloró ella.- Lo tengo desde que nací. ¡No sé dónde me lo he hecho!- gritó ella, separándose de él rápidamente. De repente, las ventanas se rompieron y entró una ráfaga de viento helado, sacudiendo a Gabe, y tirándolo contra la pared. Ella comenzó a llorar.- Lo siento... - se disculpó. Gabe la miraba estupefacto.- Lo siento... Lo siento muchísimo... No quería... De verdad que lo siento...

Una rosa apareció entre las manos del muchacho y, para cuando volvió a levantar la vista hacia la afligida Giselle, ésta ya no estaba. Había huido.




Gente desesperada. Eso era todo lo que veía Paris. Era repugnante, pues nadie lloraba, ni mataba... Nada. Algunos robaban... Bueno, eso estaba mejor. Tal vez esos tuvieran un sitio junto a su padre. Sacudió la cabeza. Su padre era idiota. ¿Cómo podía haber dejado escapar una cría que no pasaría de los 16 años? ¿Es que acaso le quería poner a prueba? Porque por bastantes cosas había pasado él en estos 18 años para que ahora su padre decidiera jugar un poco más...

Caminaba por las calles de una inmensa cuidad. No sabía dónde se encontraba, ni le interesaba saberlo. Solo pensaba en encontrar a esa muchacha. Tenía unas cuantas cosas planeadas cuando la encontrara. Además, su padre solo le había puesto una condición: traerla viva; Pero eso no significaba que no pudiera hacerla nada.

La gente le miraba impresionada; normal, nunca habían visto a alguien igual. En ninguno de los sentidos. Con sus pantalones negros y sin camiseta caminaba tranquilo, como si no hubiera nada en el mundo capaz de hacerle perder la paciencia. La chica aparecería tarde o temprano, no había de qué preocuparse. Y entonces él sería quien reiría, quien se burlaría de todos aquellos asquerosos ángeles que le habían mantenido encerrado durante toda su vida. Sí... Los mataría uno a uno...

Un olor dulce a mora le rodeó. Un olor de una chica, pero no era humana. O tal vez sí... Un olor poco familiar, pero aún así que juraría haberlo olido en un lugar hace mucho tiempo.

Alzó la mirada al frente, y lo que encontró le hizo sonreír. Una chica caminaba a paso rápido por las calles, tropezando con la gente, pero siguiendo andando. Llevaba una ropa que la estaba grande, muy grande. Las mangas del “vestido” la sobraban e iban dando tumbos de adelante hacia atrás. Sus piernas, delgadas y algo blancas, no llevaban zapatos y tenían algunas cicatrices y marcas de cortes. Su cara... ¿Qué podía decir, más que parecía un ángel? Sus grandes ojos azules estaban cubiertos de lágrimas. Su pelo, rubio claro y algo largo, caía por su espalda. Ella de vez en cuando volvía la cabeza para ver si la seguían. Pero no había nadie más.


Paris rió por lo bajo. Bueno... Aún no había encontrado a la muchacha, pero eso no significaba que tenía que estar todo el día de trabajo. Podía divertirse con alguna humana... Y esa chica era la indicada para hacerle olvidar sus “pequeños” problemas. 






Ya está listo el capitulo 2!! Al finn!! Acabo de terminarlo, no me mateis xDD. Ahora me pondre a escribir el siguiente (el capitulo 3) Espero tenerlo para antes del miercoles. Tengo un gran puente para publicar xDD 

Lo dicho, espero que os haya gustado, comentad, y pasad un buen puente!!! 

XoXo

Savannah

sábado, 13 de noviembre de 2010

Capitulo 1


Estados Unidos, 2010

Al fin consiguió salir de aquel maldito lugar. Había paz, amor, no trabajaban, siempre alegres, y ni tan siquiera existía el pecado. ¿Pero en qué mundo había estado viviendo? Ni tan siquiera la gente- si es que a esos seres alados de plumas blancas y perfectamente suaves se les podía llamar así- sangraba si se hacían un corte. Puaj. Sumamente repugnante. ¿Dónde estaba el mundo con el que había estado soñando durante todos los años en su celda? ¿La masacre, la sangre... el pecado? Definitivamente no ahí.

Pronto se encontró bajando por unas escaleras de oro, viendo como los monigotes que había abajo se movían rápidamente adentrándose en sus casas. Pues vaya...

Y, esas escaleras terminaron por conducirle al lugar que siempre había ansiado visitar: el infierno. No era un experto en reconocer donde se encontraba, pero las llamas y el calor delataban dónde se podía encontrar.

No se lo pensó dos veces y acudió en busca del jefe supremo de todo aquello. Mientras caminaba por esos recónditos pasillos, observaba como la gente sufría, sudaba. Ese sitio le iba a gustar más de lo que se imaginaba.

Una figura apareció delante de él, cortándole el paso. Moreno, de ojos negros como el carbón y un cuerpo extremadamente sexy, y que cualquier mujer habría deseado explorar. En cierto modo se parecía algo a él.

- Paris... hijo mío. Qué bueno verte.- la sonrisa del hombre estaba tensa.- ¿Qué vienes a hacer aquí?- preguntó, aun sabiendo perfectamente a qué venía.

- Acabo de escapar del maldito cielo.- suspiró, lleno de júbilo.- Al fin...

- Me alegro.- comentó el padre.- Veo que las instrucciones que te di te sirvieron de algo.- Paris asintió.

- Ahora quiero ver a esa muchacha. La deseo.- dijo Paris con la voz ronca. Su padre hizo un mohín.

- Urhg... Al parecer, la chica era más lista de lo que pensé, y se escapó.- el chico alzó sus cejas castañas, arqueándolas, y abrió sus ojos marrones demasiado.

- ¿Dónde está? No será muy difícil encontrarla.- inquirió, con un encogimiento de hombros.

- En la Tierra. Te permito que vayas en su busca, pero con una condición: tráela de vuelta con vida.






Giselle respiró profundamente cuando atisbó los primeros rayos de sol en su cara. ¡Lo había conseguido! Había conseguido escapar de aquel infierno. Estaba llorando, y la ropa la tenía rasgada, como consecuencia de andar por aquellas cuevas llenas de pinchos. Tenía frío... Y ni siquiera sabía dónde se encontraba.

Una ciudad... Había escuchado que encima de aquel lugar que no se atrevía a mencionar había una ciudad, con gente amable, y donde, al menos, podías dormir y no morirte de hambre.

Mientras caminaba por aquellas calles llenas de gente, se chocó con alguien. Intentó no gritar, pero se le escapó un sonido ahogado, creyendo que los demonios habían venido a buscarla para llevarla de vuelta.

- Lo siento... ¿Estás bien?- preguntó un adolescente rubio, de grandes ojos azules, y su misma altura. Giselle asintió, asustada. Pero pronto se acabó relajando.

Aquel chico no era un demonio. Había algo en él... que hacía que ella se sintiera como en casa... A pesar de no saber qué era eso.

- Soy Gabriel, pero llámame Gabe, ¿vale?- Giselle volvió a asentir, esta vez más tranquila. Gabe la miró de arriba a abajo, reparando en las pocas ropas que llevaba, sucias y rasgadas. Un simple pantalón corto negro, y una camisa que la estaba grande y rota. Sintió pena por ella.- ¿Tienes hambre?- la preguntó, viendo sus pómulos marcados y los huesos de sus caderas.

- Sí.- esa fue la primera vez que ella le dirigió la palabra, y él se quedó estupefacto. Su voz era como la de los ángeles: aguda, suave y hermosa. Gabe se preguntó cómo cantaría...

- ¿Qué te parece si te vienes a mi casa y te doy algo de comer?- ella frunció el ceño, y Gabe se apresuró a añadir:- No te haré nada, lo prometo. Cuando quieras serás libre de irte.

Giselle, mirándole algo más convencida, tomó la mano que le estaba ofreciendo Gabe, y se dejó conducir por aquella ciudad que la daba escalofríos, hasta un lugar más tranquilo y apacible. 





Espero que os haya gustado el capitulo. Siento haber tardado tanto... T.T Liada con exámenes =( 

Ya tengo las fotos de los personajes principales que saldrán en la historia. 

Comentad, plis.

XoXo

Savannah

jueves, 4 de noviembre de 2010

Prólogo

Launceston, (Inglaterra) 1991.

La mujer arropó a la pequeña niña de cabellos rubios con una pequeña manta, mientras caminaba por las deshabitadas calles, en busca de su cita. Habían acordado encontrarse allí para realizar el cambio. Cuánto echaría de menos a este pequeño ángel... Sus padres estarían furiosos tras enterarse, pero el “oráculo” había predecido el destino de estos jóvenes, y, si no, las cosas entre el mundo de los ángeles y demonios iban a empeorar más de lo que ya están.

Una figura masculina apareció en el callejón. Había llegado. Solo tenían que realizar ya el intercambio, y encerrar al niño después.

- Aquí está.- habló la mujer, enseñando la cabeza adormilada de la pequeña. El hombre asintió, y la cogió, dándole el niño demonio que tenía él a aquella mujer.

- Espere.- llamó el hombre, cuando vio que ella se alejaba.- ¿Cómo sabrán si es la muchacha ángel?

- Tiene tatuadas unas alas en la piel de su omoplato. No creo que sea muy común la forma de las alas.

- La recomiendo una cosa, madame.- advirtió el hombre, levantándose la capa, y dejando ver su rostro ojeroso y cansado.- En cuanto llegue al cielo, enciérrelo. No sobrevivirá si ve su mundo; no podría sobrevivir. A nuestras criaturas les resulta imposible sobrevivir a un mundo donde el bien predomina en cada rincón.

- Le digo lo mismo, entonces. Nuestra muchacha atraerá a muchos demonios a lo largo de los años, les recomiendo que no la hagan daño; si no, la profecía no se cumplirá.

- Haremos lo que podamos.- finalizó el hombre, dándole la espalda a la mujer.


Pobre el destino de los muchachos, condenados a vivir lejos de su familia, lejos de su hogar, lejos de todo lo que necesitan para poder sobrevivir... Y lo más importante, en el mundo enemigo.




Bueno, aquí el prólogo de la historia de mi nuevo blog!! Espero que os guste. Acerca de los personajes, aún estoy buscando a algunos de ellos, pero aquí debo dar un dato importante. A Giselle (o la chica que pensé que era como ella), la descubrí en un video del Youtube, así que os pondré el video. Aquí os lo dejo: 


Esa chica encaja a la perfección con la Giselle que había imaginado. Intentaré poner pronto las demás imágenes. 

Espero que os haya gustado el comienzo de la historia. Siento haber tardado tanto =( 

XoXo

Savannah